Cuento a partir del azar
Era la madrugada del 1 de Enero en la provincia de San Rafael Mendoza. Don Pacho Pinchura una vez más recibía el año nuevo embebido en soledad. Sentado bajo la penumbra de la cocina, escuchaba el bullicio del vecindario, al cual tanto detestaba, y más lo detesto aquella noche en que escucho mil doscientas veces y a un volumen altísimo, tanto como para hacer vibrar los vidrios de aquel cuarto,…”eres la copa rota, el mar en que me adentro”… una y otra vez,…”eres la copa rota, el mar en que me adentro”… se escuchaba cantar especialmente a los más jóvenes con tonos eufóricos, producto del alcohol se podría pensar. Lo cierto es que cuando llegaba el estribillo, Don Pacho Pinchura hacia fuerza con las palmas de las manos contra los oídos para no escuchar la insoportable frase,…”eres la copa rota, el mar en que me adentro”…
Es que la fama de mal tipo, borracho y golpeador, lo habían separado por completo a Don Pacho Pinchura del trato social con el barrio. Por eso, aquella casa permanecía a oscuras en todos los momentos del día, no importaba si había sol o luna, las luces eléctricas nunca se encendían, a pesar de que allí pasaba sus días un hombre de setenta y dos años al cual la vida le había jugado una mala pasada.
Es que la fama de mal tipo, borracho y golpeador, lo habían separado por completo a Don Pacho Pinchura del trato social con el barrio. Por eso, aquella casa permanecía a oscuras en todos los momentos del día, no importaba si había sol o luna, las luces eléctricas nunca se encendían, a pesar de que allí pasaba sus días un hombre de setenta y dos años al cual la vida le había jugado una mala pasada.
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